La importancia de la detección precoz de la hipoacusia
La hipoacusia es la alteración sensorial congénita más frecuente del ser humano, presentando una incidencia de 1 a 3 por cada 1.000 recién nacidos, según estudios cribados realizados en España, Estados Unidos, Australia e Inglaterra. Las implicaciones médicas, sociales y culturales son, por lo tanto, igualmente numerosas y graves.
La pérdida de audición no diagnosticada y/o no tratada adecuadamente tiene consecuencias permanentes en el desarrollo del lenguaje oral del niño, pero también afecta procesos cognitivos más complejos, provocando alteraciones en el desarrollo intelectual, emocional y social del individuo.
También se ha comprobado que el desarrollo motor se retrasa, provocando alteraciones en la coordinación y velocidad de movimiento y en el desarrollo de secuencias motoras complejas y del equilibrio. Por último, estudios epidemiológicos dan cuenta que los niños con hipoacusia severa tienen de 1,5 a 3 veces más posibilidades de presentar trastornos psiquiátricos graves.
Es por esto que la detección y pronta atención debiera ser una preocupación permanente a nivel de políticas públicas, ya que los sistemas de salud -público y privado- debieran asegurar un tratamiento continuo durante el tiempo “crítico” que va desde el nacimiento hasta el cuarto año de vida, donde se produce el proceso normal de adquisición del lenguaje.
Obtener adecuadamente la información auditiva durante este período es esencial para establecer las características morfológicas y funcionales definitivas de las áreas corticales del lenguaje y audición.
Por lo tanto, un programa de detección precoz universal de la hipoacusia en el recién nacido debe desarrollarse a nivel nacional, de modo que se establezcan programas interdisciplinarios que garanticen el diagnóstico adecuado y un tratamiento temprano que vaya acompañado de un plan educativo y de apoyo al niño y la familia.